Adapta tu clase de yoga para la ansiedad
“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón” Howard G. Hendricks
El tema que me ha llevado por el camino de la amargura, creo, desde mi experiencia, que la depresión es más fácil de gestionar en una sala de yoga que la ansiedad. ¿Por qué? Porque no vas la mayoría de días, y cuando vas es porque tienes algo de energía, otra cosa es como te sientes al acabar la clase. Pero con la ansiedad tienes más ganas de quemar esa energía que te desborda la mayoría de días. Y es muy difícil que te siente bien una clase práctica si el profesor no está del todo familiarizado con el trastorno.
Entiendo que gestionar una clase con una persona con ansiedad es muy difícil, sobre todo si no has vivido algo así de cerca, por eso el motivo de la anterior entrada «Cuando la ansiedad no te deja vivir», para que quien no lo haya experimentado se sitúe ligeramente en el mapa. Tratar correctamente este trastorno en clase es fundamental para que el alumno se sienta cómodo y arropado en clase, no se autoestigmatice o nosotros desde nuestra ignorancia lo estigmaticemos.
Mi experiencia como alumna con ansiedad
En mi caso, al sufrir depresión y ansiedad (Aunque en esta entrada solo trato la ansiedad), dependía mucho de lo que sintiera ese día. Cuando tenía días con ansiedad me apetecía mucho ir a clase, con la necesidad de quemar ese exceso de energía, pensamientos y emociones, pero pasaban muchas más cosas:
- Estar pendiente de mi respiración o modificarla era muy difícil, lo definiría más como insostenible.
- Si era una clase muy instropectiva yo no podía seguirla, me abrumaba el estar en contacto conmigo y con mi ansiedad.
- Meditar era imposible, me ahogaba, me costaba respirar, era tan incómodo que sentía pánico.
- Cerrar los ojos era una auténtica pesadilla, era una sensación de asfixia absoluta.
- Relajarme al final de la clase era muy difícil porque mi mente no soltaba el control del cuerpo ni de broma. Ya podía ser la clase más dura que yo en el shavasana era un palo rígido de acero.

Cómo acompañar la ansiedad en una clase de yoga
He desarrollado unos puntos que, a través de mi experiencia tanto como alumna como profesora, considero importantes y útiles tenerlo en cuenta para acompañar en una clase de yoga a alguien con un trastorno de ansiedad.
No dar obligaciones
«Practica todos los días, te irá genial». Pues no lo sabes y como no lo sabes, no le crees más obligaciones de las que su mente y la sociedad le marcan. El hecho de no cumplir tu obligación, porque no tenga energía o disciplina, puede ser muchísimo peor para su autoestima y recuperación. Ten en cuenta que mucha gente ya le dice «lo que debe y no debe hacer», creándole inseguridad.
Meditación
Si la ansiedad es muy elevada, es posible que meditar cree una sensación más profunda de ansiedad. Y sí, lo interesante de la meditación es controlar la mente, pero no perdamos el foco: La ansiedad es un trastorno mental y no es una cuestión de actitud, es una imposibilidad mental. Es mejor no forzar y ya vendrá la meditación cuando haya un espacio para sostenerla.
Libertad
Recordarle que en todo momento puede ir a balasana o cualquier otra postura que necesite, es más importante que sienta su necesidad que la de hacer lo que le digan. Como profesor debes dar opciones en la secuencia y que sienta que tiene el control y que se está autocuidando. Y esto es muy personal, yo le diría que puede salir de la sala cuando lo necesite.
Corregir y ajustar
Al principio puedes preguntarle si quiere que lo corrijas, puede que no le apetezca el contacto físico, si lo haces hazlo suavemente, no tanto desde la corrección postural sino desde una forma cariñosa de ajustar al cuerpo, es decir, no solo tocarlo cuando no está bien alineado en una postura sino cuando está en balasana, le estiras suavemente la espalda o por ejemplo, en gato-vaca acompañar ese movimiento.
Shavasana y relajación
Relajar a un cuerpo nervioso, ansioso, con rigidez muscular y con una tendencia a contraer (manos, mandíbula, pecho, ojos) es muy complicado, recuerdo estar tumbada y cuando me observaba parecía que levitaba de lo rígido y compacto que estaba mi cuerpo. Yo aquí daría opciones más restaurativas o directamente preguntarle como se quiere relajar. Quizás no quiere tumbarse ni cerrar los ojos, que sea él o ella quién decida.
Secuencia
Esto es clave, preparar la secuencia es importante porque dependiendo de esto, nuestro alumno se irá con una sensación distinta. Entiendo que si es una clase grupal, donde solo hay una persona con ansiedad, no vas a cambiar toda la práctica, pero acuérdate que al final lleves la energía de todos tus alumnos a un lugar más calmado, alargando la entrada al shavasana.
Pranayama
Deja que el alumno decida si modificar su respiración le es beneficioso, quizás puede sentirlo como un infierno, porque bastante tiene con respirar. Si estás dando una clase, y quieres hacer un pranayama, dalo como opcional y que esa persona se investigue, se observe como le sienta y si realmente ha tenido un beneficio. No debemos olvidar que existen otros recursos para modificar la respiración, como cantar mantras u observar la experiencia física de la inspiración y la espiración.
Empatía
Es importante que las personas que nos acompañan y nos guían en una clase de yoga sean empáticos, te escuchen y no te juzguen. Y esto lo conseguimos si dejamos de lado nuestros esquemas mentales. Durante la clase puede ser que sientas que la persona que tiene ansiedad no te está escuchando y puede ser real. Yo me acuerdo que imitaba lo que hacía el profesor porque era incapaz de seguir su voz, procesarla y hacer lo que decía. En el caso de que hiciera una introducción a la filosofía me desconectaba sin querer, aunque algo pillaba y era de agradecer.
Discreción
Si un alumno te cuenta su trastorno de ansiedad o cualquier otro, no se lo cuentes a nadie, respeta su privacidad. Por lo tanto aquí viene el misterio, cómo hacer los anteriores pasos sin que nadie se entere y que él o ella no se sienta diferente. Es cuestión de no hacer diferencias, si haces un ajuste a él, házselo a otro alumno, si le montas un shavasana restaurativo pues igual, y todas las indicaciones que des, hazlas para todos.
Entiende tus limitaciones
Como profesor, guía o instructor de la clase de yoga debes ser profesional y entender que no eres terapeuta, ni psicólogo, ni psiquiatra. Yo los únicos consejos que daria es ir a un profesional, ya que algunas personas solo necesitan un empujoncito para ir al psicólogo o al terapeuta. Y el otro consejo sería, que si solo va al psiquiatra decirle que con la medicación por sí sola, sin un soporte emocional, es más difícil de superar esa ansiedad.
Clase de yoga para la ansiedad
Aquí os dejo una mini secuencia de yoga para bajar el nivel de ansiedad. espero que os guste y me encantaría que me dejárais comentarios y opiniones.
En esta práctica, empezamos directamente de pie, con posturas y secuencias dinámicas y muy lentamente ir bajando la energía a posturas primero sentadas, y luego tumbadas.
Por último un pequeño pranayama, observando el movimiento de la barriga y la caja torácica.
Conclusión
Me gustaría que, de una forma u otra, mi experiencia personal pueda ayudar a otros profesores a adaptar mejor la clase a las necesidades de un alumno con un trastorno ansioso, siento que de esta manera estaremos normalizando y acompañando de forma responsable a esa persona.
Si tuviera que sacar alguna conclusión, sería que debemos actuar desde la máxima empatía y el máximo respeto, sin juzgar ni infantilizar, que sienta que la clase de yoga es un lugar donde quiera volver, porque se siente comprendido y eso solo depende de ti, profesor. También me gustaría decirte que si ese alumno no vuelve más o viene muy poco, seguramente no es por ti, no lo juzgues, quizá no es su momento para practicar, no son sus horas, no es su espacio… El yoga es una herramienta muy buena para la ansiedad, pero no la única, y cada uno debe buscar su kit de supervivencia.
Reflexión
¿Te has sentido alguna vez que no encajas en un lugar porque eres diferente al resto? Si tu respuesta es sí, ya es el principio para poder conectar con la sensación de alguien que sufre ansiedad u otro trastorno mental. Sí que es cierto que según las escrituras de yoga, todos somos uno, todos somos iguales, pero os aseguro que yo, en mis momentos de máxima euforia y subidón, o de todo lo contrario, de máximo bajón, me sentía diferente, incomprendida y sí, seguramente es que me estaba identificando con el ego.
Pues ojalá que nuestra misión como profesores sea que nuestros alumnos se sientan uno con el resto, sea como sea cada uno, tenga la vida que tenga con o sin trastorno mental.