Día Internacional de la Felicidad

por Mar 20, 2018Días señalados1 Comentario

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Aunque me pasó todo lo contrario de lo que quería, con el tiempo comprendí que era exactamente lo que necesitaba para aprender a ser feliz” Gerardo Schmedling

¿Por qué y desde cuándo se celebra?

Desde el 28 de junio del 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas, decidió proclamar el 20 de marzo el Día Internacional de la Felicidad. Esto se produjo gracias a una propuesta que vino en manos del Reino de Bután, que para ese país tiene más peso la felicidad nacional bruta que el producto interior bruto.

Bután tiene en cuenta el bienestar social como parte del crecimiento económico para alcanzar la felicidad de sus habitantes.

¿Qué es la felicidad según la RAE y qué es para mí?

Según la RAE la palabra felicidad significa:

Del lat. felicĭtas, -ātis.
1. f. Estado de grata satisfacción espiritual y física.
2. f. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz.
3. f. Ausencia de inconvenientes o tropiezos.

Para mí la felicidad no es simplemente un estado temporal, el hecho de creer que es un estado nos quita el derecho a poder optar a ello. Desde mi perspectiva, si pensamos que ya eres felicidad desde el momento en que naciste hasta el momento en que te mueras, solo tenemos que dejarla florecer, regándola con actitudes acordes a la situación que estemos viviendo. Al entender que la felicidad está en nuestro interior dejaremos de buscarla fuera y culpabilizar a los que nos rodean de nuestras circunstancias.

Es posible que a veces sintamos todo lo opuesto, pero seguramente, ese sentimiento esté fabricado por nuestra mente, y es normal y humano sentirlo a veces, incluso necesario para valorar lo que somos en realidad, valorar cosas que antes no valorábamos, para crecer, pero nunca hacer una parada demasiado larga en ese punto de desdicha. Cuando tenemos estos sentimientos perturbadores intentemos poner en práctica todo lo contrario, ver en pequeñas cosas del día (quizás una comida, una mirada, una sonrisa), para ir cambiando nuestra mente a algo más armónico con nosotros.

Por último, me gustaría que me acompañarais en esta reflexión sobre la siguiente frase de Gerardo Schmedling, a lo mejor os preguntáis por qué he escogido esta frase, me parece una buena cita donde no se convierte en algo insustancial la palabra felicidad.

Mi interpretación de la frase de Gerardo Schmedling

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“Aunque me pasó todo lo contrario de lo que quería, con el tiempo comprendí que era exactamente lo que necesitaba para aprender a ser feliz»

Cuando somos adolescentes te imaginas el futuro de una determinada manera, después a medida que pasan los años te das cuenta que tu proyección puede ser que no se cumpla, quizás es lo más probable. Pero ese futuro no llega a término no porque uno no lo haga bien o no tenga constancia, el problema es, que es imposible controlar lo que nos rodea por mucho que queramos.

A lo largo del viaje de la vida, por sorpresa aparecen muros, a veces bajos y otras altísimos, pero todos ellos cumplen la misma función: aprender a sortearlos de la mejor forma. Quizás al principio solo tenemos nuestra habilidad física, pero con el tiempo se desarrollan otras habilidades, incluso cuando nos topamos con el muro más alto, puede ser que se nos ocurra construir una gran escalera, y una vez fabricada, es una nueva habilidad adquirida. Esto es un símil pero es bastante real.
Los obstáculos están para hacernos más fuertes, valorar lo que poseemos, transcender el ego y buscarnos en el oscuro y gran mundo interior. Todo lo que nos pasa es para aprender, para aprender a ser feliz, independientemente de lo que nos rodea. La verdadera felicidad está en nuestro interior, no depende de nadie, solo depende de nosotros y de los ojos con los que estemos mirando a este mundo.
La felicidad ya habita en cada uno de nosotros, pero solo podremos verla cuando nos quitamos las capas de apegos, miedos, inseguridades, prejuicios y deseos para finalmente poder reconocerla.
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Reflexión final

Demos felicidad, sintamos felicidad y lloremos de felicidad sabiendo que todo es impermanente y no habría felicidad sin tristeza. Pero mientras la sintamos dentro, vivámosla, no solo por nosotros, vivámosla por y para los demás, para los que no pueden o para los que ya no están. ¡Vivamos y Sintamos!